lunes, 11 de junio de 2012

Perdida...


La soledad es algo que pesa cuando el vacío persiste, es una propiedad  más allá de lo físico, de  lo químico y es real, más real que un abrazo detectado por lo sentidos. Es ese dolor de sentirse caminar entre los vivos y tu estar muerto. Sonreír mentiras, escribir amor, respirar ausencia.. . Llevarlo todo a la nada, la nada siendo todo. Subestimar el pasado, creer en el tiempo, vivir de presente esperando futuro, vivir por lo que no existe.

Tan irracional como decir que aprendemos de las caídas cuando nos quedamos en el suelo, tan estúpido como sentirse orgulloso de los errores y empezar a caminar hacia atrás sin girar ni mirar  pisando la misma mierda. Pensar que nos sabemos el camino de memoria y que las espinas no vuelven a crecer.

Como si la vida en algún momento dejara de doler, como si creer en la felicidad bastara para que nos recorriera los poros del cuerpo, como si te abrazara la existencia a las paredes que no deja salir el laberinto. Como si lo real fuera un recuerdo y no la soledad, como si lo real fuera un beso y no la ausencia, como si  no mirar la herida no quemara.

Después de toda el agua con sal que salen de los ojos, miras por la ventana suspiras la derrota de tu existencia y caes en el vacío de tu interior para no regresar nunca más. Porque si a todo le damos un para Siempre, también podemos permitirnos el Nunca Más.