viernes, 17 de agosto de 2012

Él me mato.


Difícil es pensar que ya no siento.
Sentir durante tanto tiempo, que la fatiga del alma la hace débil
y yo sentada frente al abismo esperando caer.

Olvidé  llenarme de nuevas experiencias,
tengo las arterias rotas y la sangre sucia.
No duele.

La ciudad selva de pavimento se ve más gris de lo normal,
se me perdieron los aromas y los sabores,
solo percibo el veneno del licor,
nado en sus instante es saciable y seductor.

Camino entre la ridiculez de la vida,
tambaleo entre otros muertos mejores y peores que yo.
 Ellos están en silencio yo también perdí la voz.

Hoy me quiero vestir de negro para la ocasión;
estoy de luto por mi alma, se envolvió en la nada.
Se llevo la sangre, no existe en las arterias,
 ahora estoy vacía, intoxicada, algo putrefacta.

Vagabundos se preguntan como me desvanecí y no sé como contarlo,
solo que sucedió despacio,
 tanto que sin darme cuenta lo conocí y él me mato.



Autor: Laura Velez

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